Tu día, mi día y el día de los demás consta de 24 horas y cada
cual decide cómo vivirlo. Hay quienes se dedican a estudiar, otros a trabajar, hacer
ejercicio, crear, en fin, son infinitas las actividades que se pueden realizar
de acuerdo con los objetivos que se persigan. Si cada día se desarrollan
hábitos y actitudes que están en armonía con las reglas del éxito, no existirán
límites para llegar a la cumbre. Todo sucede por una razón, nada ocurre por
accidente, toda causa tiene un efecto correspondiente. Es preciso elegir desde
un principio las metas y con base en ellas se determinan las conductas que
conllevan al triunfo, para dejar de ser una persona promedio. La importancia
radica en lo productivo que se logre ser en un día. No hay que dejarse afligir
por la existencia de alguna situación desagradable como la enfermedad, el
fracaso en el trabajo, los conflictos económicos o el desamor. Un nuevo
amanecer es la oportunidad para sembrar una buena semilla, regar la tierra y
cuidar la siembra. Esta es una actividad que se debe hacer con mucho cuidado
porque hay que remover cualquier maleza que pueda matar el cultivo. Cuando el
brillo del sol envuelve a la naturaleza, nace una nueva oportunidad de
conquistar el mundo, todo depende de la forma en que se canalicen las energías.
En un lapso de 24 horas se encuentran infinidad de oportunidades, las cuales
hay que aprovechar para hacer de este período el más productivo de la
existencia.