Todos nosotros ejercemos influencia continuamente, ya sea para
sanar o para bendecir, para dejar marcas de belleza o para lastimar, para
herir, para envenenar, para manchar otras vidas. Sin embargo, nunca olvide que
la vida es como un ECO. ¡Lo que envía regresa! Newton lo expresa en su tercera
ley: “A cada acción siempre se opone una reacción igual”. También una versión
parafraseada de la ley de la siembra y la cosecha dice que: “Si no le gusta la
cosecha que recoge; revise la semilla que siembra”. ¿Qué le parece si a partir
de hoy empezamos a sembrar una mejor cara? James Allen dice que: “Una cara
amarga no es cuestión de azar, sino de pensamientos amargos”. ¿Y si mejoramos
el tono de voz con el que decimos las cosas? La impresión de lo que usted dice
depende del tono y la forma como lo diga o sea del «modo». ¡Ayudaría mucho
también sonreír! Te recomiendo también desalentar la murmuración y no permita,
como decía Gandhi, que nadie camine por su mente con los pies sucios. Ayuda
mucho, para llevarse mejor con los demás, dejar de juzgar al prójimo y
sensibilizarse con su dolor. Recuerde que solo la cuchara sabe lo que se está
revolviendo en la olla. No haga uso de bromas o comentarios inapropiados y
evite “jugar” a que TODO LO SABE. Y nunca olvide las palabras mágicas que abren
puertas: “Por favor” y “Gracias”.