Sé que no debo, pero no puedo evitarlo… No sé si será la noche, el
frio o la lluvia que cayó por la tarde. Pero hoy ha sido uno de esos días en
que no he dejado de pensar en ti, ni por un instante. Me hundo en los “Por qué”,
una y otra vez, buscando razones, motivos o las causas de nuestra separación. Me
pregunto una y otra vez: ¿Dónde estarás? ¿Qué ha sido de tu vida? ¿Eres feliz?
Tal vez nunca lo sabré… Este silencio me hace desfallecer y corta mi
respiración entre sollozo y sollozo. Me haces tanta falta que quisiera salir a
buscarte como un loco, pero me detiene la desilusión, el dolor y tu
indiferencia. No puedo evitar el recordarte cuando paso por todos esos sitios
en los que vivimos tantos y tantos buenos momentos. Tengo impregnado tu olor en
mi piel, tu risa, tus besos, tu ser. Sueño que tocas mi puerta y que me fundo
en un abrazo contigo, olvidamos lo malo, lloramos y nos pedimos perdón,
prometiendo no separarnos jamás. Inmediatamente despierto a la cruda realidad
de que solo es un sueño imposible. No vendrás y no iré, no llamas y ya hasta
borré tu número. Nadie me habla de ti y no deseas preguntar por mí. Cada día
que pasa es un día más de ausencia y se va borrando tu imagen poco a poco. El día
que no me duela sé que lo habré superado, pero hoy es un día de esos que me
dueles en el alma…