Todo en la vida debe tener un equilibrio. Se amable pero no dejes que nadie abuse de ti. Confía
pero no dejes que se te engañe. Se feliz y agradecido pero nunca dejes de
mejorar. No seas tan blando que te expriman, ni tan duro que te rompan. Más
bien se sereno para que toleres y sabio para defenderte. Para conservar el
equilibrio, debemos mantener unido lo interior y lo exterior, lo visible y lo
invisible, lo conocido y lo desconocido, lo antiguo y lo nuevo. La vida es un
sistema equilibrado de aprendizaje y evolución, de placer y dolor. Cada situación
en nuestra vida nos sirve a un propósito. La virtud de cada ser humano es saber
mantener el equilibrio ante sus victorias y no caerse ante sus derrotas. Para
estar bien de pie hay que haber caído muchas veces. El que no sabe caer, no es
dueño de su equilibrio. El que no acepta con humildad el fracaso no puede
triunfar. Se triunfa aprendiendo a fracasar. Nunca tengas la cabeza tan alta
que te la puedan cortar, ni tan baja que te la puedan pisar. Aprende a ser lo
suficientemente sencillo para evitar que la arrogancia te ciegue, pero lo bastante
digno para no permitir que te humillen. Recuerda: La vida es como una
bicicleta. Para mantener el equilibrio tienes que seguir adelante. El buen
equilibrio está en el movimiento y no en la quietud.