Piensa por un momento en todo lo que serias capaz de hacer por la
persona que más amas en este mundo… Ahora, hazlo contigo. Mantén tu mirada fija
y los brazos abiertos más allá del horizonte mientras haces todo lo necesario
ahora. Cuando sientas que el lugar donde te encuentres ya no es tu sitio
¡Vuela! Piensa en todo lo bueno que está por llegar. Imagina ver otro cielo,
otra playa, otro mar, otros pueblos, otras gentes de maneras diferentes de
pensar. Bécquer decía que: “Cambiar de horizontes, cambiar de método de vida y
de atmósfera, es provechoso a la salud y a la inteligencia”. Sin embargo, no te
des prisa por llegar al horizonte ¡Disfruta el camino! No se trata de saber lo
lejos que estamos del horizonte, se trata de saber cuál es el horizonte al que
nos dirigimos. No hay nada más bello que el instante que precede el viaje, ese
momento donde el horizonte nos visita, lleno de promesas y sentir esa sensación
de grandiosidad que tiene el mundo. Pero no olvides que para conquistar nuevos
horizontes debemos estar dispuestos a perder de vista la orilla. Busca tu
horizonte, sueña tu horizonte, no tengas miedo. Solo tienes que querer, solo
tienes que creer, en tu corazón está la respuesta, atrévete y te volverás
valiente.