Estoy seguro que
nunca habías escuchado la versión del lobo: “El bosque era mi hogar. Un día vi
a una niña que vestía muy lujosamente, toda de rojo. Le pregunté quién era y
ella me contó un cuento acerca de ir a la casa de su abuela, con la canasta del
almuerzo. Entonces le expliqué cuán peligroso era atravesar el bosque vestida
tan lujosamente. La dejé seguir su camino, pero corrí rápido a la casa de la
abuela y le expliqué la situación y ella acordó conmigo en que su nieta
necesitaba aprender una lección. La señora anciana se quedó debajo de la cama y
yo me puse su vestido. Cuando caperucita llegó yo la invité al dormitorio y
ella empezó a insultar mis orejas, mis ojos saltones y mis grandes dientes ¡Esto
último realmente me dolió! Se que debí haberme controlado más, pero bajé de la
cama y le dije que mis dientes me ayudarían a comerla mejor. Ahora, déjenme
explicarles, ningún lobo podría comer nunca a una pequeña niña, todos sabemos
esto, pero la Caperucita loca comenzó a correr alrededor de la casa gritando.
Yo corría detrás de ella, tratando de calmarla. Se abrió la puerta y un enorme
leñador estaba ahí con su hacha, mirándome, y me fui por una ventana que había
detrás de mí. Es una lástima que la abuela nunca contó mi lado de la historia… y
yo jamás volví a ser feliz”. Lo anterior nos enseña que es necesario conocer
bien las versiones de los implicados antes de juzgar…