Tras cada “No
pasa nada” hay una historia que nos parte el alma. Decimos: “No pasa nada” cuando
en realidad pasa de todo. Como decía Jaime Sabines: “Aquí no pasa nada; mejor dicho,
pasan tantas cosas juntas al mismo tiempo que es mejor decir que no pasa nada”.
Es más fácil decir que estas bien y que no te pasa nada a tener que explicar porque
estás triste y que te pasa de TODO. Tratas de no demostrar que te duele… aunque
fingir te duele el doble. Y es que fingir con una máscara de felicidad duele muchísimo
más. ¡Te recuerda que estás mucho más solo de lo que pensabas! Te encierras a
llorar en silencio sin que nadie lo sepa, respiras, te lavas la cara y sales a
poner esa sonrisa de “Todo está perfecto”. ¿Por qué no dejas de resistir? Para
que lo que tenga que doler, duela. Lo que tiene que nacer, nazca y lo que tenga
que ser, sea. ¡Mañana te crecerá otro corazón! Despertarás y notarás que tu
alma está tranquila. Nada duele, nada angustia, nada grita… entonces te darás cuenta
de que todo aquello que partía todo tu ser en dos… finalmente acabó.