Su problema fue
que su corazón se negó a admitir lo que su mente ya sabía: Ser solamente un
momento en la vida de alguien. Lloró mucho por haberle perdido… Pero ¿Cómo se
puede llorar el perder algo que nunca se tuvo? Olvidó que para estar
absolutamente enamorada se debe tener plena conciencia de que también era
querida ¡Que también inspiraba amor! Aun así, esperó mucho, se ilusionó mucho y
se enganchó mucho. Y ese mucho… ¡Le dolió mucho! Se quedó con las ganas de que
ambos fueran la mejor historia de amor. Olvidó que no se puede obligar a nadie
a escribir, llamar o estar a su lado, ni mucho menos a querer. En la aritmética
del amor uno mas uno es igual a todo, pero dos menos uno es igual a nada. “Enamórate”,
le decían… “Es lo más bonito del mundo”. Pero nadie le dijo que la palabra
“amor” rima con la palabra “dolor”. Y que un corazón al revés es como dos lágrimas.
No cariño, el ya no llamará a media noche para decirte que te extraña, no irá a
buscarte ni te mandará cartas, mucho menos te enviará mensajes. El simplemente
no regresará porque no le importas. Nunca serán los personajes de un cuento de
hadas, El no será tu príncipe y tu no serás su princesa. Querido Cupido: “La próxima vez, favor dispárales a los dos ¡Muchas
gracias!