Ante una relación rota, lo primero que debes hacer es hablar con
Dios antes que con la persona. Ora por el conflicto
antes de ir con el chisme a un “amigo”. Toma la iniciativa siempre (Mateo 5:
23-24) ¡No importa quien haya sido el ofendido o quien haya ofendido a quien!
Se comprensivo y antes de resolver el desacuerdo, usa tus oídos más que tu boca.
Debes confesar tu parte en el conflicto (Mateo 7: 5) admitiendo tus propios
errores o pecados. Debes atacar el problema y no a la persona ya que no arreglarás
nada si lo que te interesa es encontrar quien tuvo la culpa. Es importante que
cooperes tanto como puedas (Mateo 5: 9) haciendo todo lo posible para optar por
lo que la otra parte prefiere. Haz hincapié en la reconciliación, no en la
solución (Efesios 4: 3). La reconciliación se enfoca en la relación, mientras
que la solución se concentra en el problema. Enfoquémonos en lo que tenemos en
común (Efesios 4: 4-6) Concentrémonos en lo que más nos importa, no en nuestras
diferencias personales siendo realistas en cuanto a nuestras expectativas
(Efesios 4: 2) amándonos pese a las perfecciones de los demás. Evitemos a las
personas conflictivas y neguémonos a escuchar chismes. Actuemos con rapidez
(Proverbios 17: 14) y evitemos que se agranden las cosas siempre decididos a
animar más que a criticar.