Jesús era natural y espontáneo, sin hora ni lugar de reunión. Las
necesidades de las personas eran satisfechas sin un ambiente de formalismo y
mostrando interés en ellos. Además, era claro y sencillo al dirigirse a las muchedumbres
que se apiñaban a su alrededor sin palabras complicadas, ilustrando las cosas
espirituales con las cosas de la naturaleza y con los acontecimientos
familiares de la vida diaria. ¿Sus libros de texto? La Biblia, la naturaleza y
las vicisitudes de la vida. Jesús tiene un estilo de enseñar muy suyo, sabe
tocar el corazón y la mente de las gentes. Sus dichos quedaron grabados en
quienes le escuchaban, breves y concisos, llenos de verdad y sabiduría,
pronunciados con fuerza, obligaban a sus oyentes a escuchar con atención y los
apremiaban a vivir de otra manera. ¡Jesús no solo sabía que enseñar, sino
como enseñarlo! Miramos con admiración a Jesús el “Maestro de los maestros” que
supo combinar, de modo sorprendente, la sencillez, la creatividad y la eficacia
de su metodología, logrando: (1) que sus enseñanzas quedaran grabadas en las
mentes y (2), cambios profundos en la vida de quienes escucharon sus palabras
llenas de sabiduría. ¿Quieres enseñar a otros acerca de la Sana Doctrina?
¡Utiliza únicamente el método de Jesús!