“Mi mamá no tiene valor, es una mujer hacendosa, valiente,
ejemplar, fuerte, extraordinaria y su valor sobrepasa largamente al de las
piedras preciosas ¡Su valor supera en mucho al de las joyas! Siempre ha sido la
administradora del hogar porque a través de ella nunca nada ha faltado en
casa. Ella sale y busca con voluntad, agrado y placer y trabaja laboriosamente
con sus manos. Es como un barco de un lugar lejano que de todas partes trae
provisiones a la casa. ¡Mamá es 24/7! Se
levanta muy temprano, antes de amanecer y cuando aún es de noche, para dar de
comer a nuestra familia y para planificar las tareas diarias. Ella evalúa,
considera, inspecciona, calcula, examina y observa el valor de sus hijos como
si fuéramos un campo. Con sus propias manos lo planta y en Él trabaja de sol a
sol. Se reviste de fortaleza y con ánimo se dispone a trabajar. Se complace en
la prosperidad de sus hijos y ¡toda la noche hay luz en su casa, pues de noche
trabaja hasta tarde. Mantiene sus manos ocupadas en el telar, fabricando su
propia ropa y con los dedos maneja la aguja. Mi mamá siempre tiene algo que dar a los pobres, y ofrece su ayuda al
indigente y a los necesitados. Cuando llega el invierno, no le preocupa que
haga frío, pues todos en casa andamos siempre bien abrigados. Es alabada por la
gente, todos la respetan y está revestida de fuerza y dignidad. El día de
mañana no le preocupa, como tampoco le preocupa lo que pueda venir porque
siempre mira con optimismo hacia el futuro. Cuando habla, sus palabras son
sabias, cuando instruye, lo hace siempre con amor y da órdenes con bondad. Sus
hijos nos levantamos, la bendecimos y nos apresuramos a felicitarla; también mi
papá la alaba: Hay muchas mujeres ejemplares y capaces en el mundo, muchas son
muy valientes, pero mi mamá las superas a todas, porque es la mejor de todas”.
Proverbios 31: 10 - 29