La historia del joven (Mateo 19: 16 - 22) que pensaba que sus
“obras” eran suficientes sin necesidad de rendir su vida 100% a Jesús demuestra
que estar de acuerdo con las verdades espirituales, no salva a una persona ¡Se
requiere una entrega absoluta a Dios! (Lucas 9: 62 y 14: 27). Lo anterior
incomoda a muchos “seguidores” de Jesús que terminan alejándose del Maestro
porque no aceptan su Señorío (Juan 6: 60 – 66). Para muchos, Jesús no rinde sus
expectativas principalmente porque rehúsan ceder a sus propias exigencias
egocéntricas. Lo cierto es que “aquellos que salieron de nosotros, nunca fueron
de los nuestros, porque si lo
hubieran sido, se habrían quedado con nosotros” (1 Juan 2: 19). Dios ha prometido
mantener firme hasta el fin a un creyente genuino (1 Corintios 1: 8) que,
aunque tropieza y cae, se entrega incondicionalmente a Su voluntad (Juan 6: 67
– 69).