El apóstol Pablo dice en Romanos 15: 4 que todo lo que está
escrito en la Biblia es para nuestra enseñanza. El problema no radica en lo que
está escrito, sino en “cómo se enseña”. Hoy más que nunca, es imprescindible
mantener la disciplina de los bereanos (Hechos 17:11) al examinar
meticulosamente y a través de un estudio profundo, todo aquello que los
educadores bíblicos transmiten. En las Escrituras existen verdades “explícitas”
que resultan de una primera lectura de las palabras, así como verdades “implícitas”
que se descubren a través de un examen detenido. La Biblia contiene la
información, las instrucciones, las promesas y advertencias que el hombre
necesita, pero el hombre tiene que emplear la facultad mental que Dios le da
para entenderlas (Mateo 16: 5 – 12). Y aunque se te ha eximido de lo que Dios
no revela (Deuteronomio 29: 29) debes tener cuidado en hacer o decir más de lo
que la Biblia dice (1 Corintios 4: 6).