Teresa de Calcuta dijo en una ocasión: “Quien dedica tiempo a
mejorarse a sí mismo, no tiene tiempo para andar hurgando en la vida de los
demás”. Dicho de otro modo: “Cada cual debe ocuparse únicamente de aquello que
entienda o le competa, porque es vergonzoso ocuparse en los asuntos de los
demás e ignorar los suyos”. Una mente ocupada, con su alma limpia y su corazón satisfecho,
no se meterá jamás en la vida de nadie. El mejor momento de nuestras vidas es
cuando no nos interesa la vida de nadie y nos importa un carajo lo que piensen
de nosotros. Deja de estar pendiente de un montón de cosas y que no te provoque
aclararle a nadie lo que eres. Mientras estés al tanto de “tus asuntos” las
dudas ajenas no te deben importar, tampoco si te quieren o no. Ocúpese de sí
mismo y haga las cosas que le apasionen. El trabajo nos aleja de tres grandes
males: el aburrimiento, el vicio y la necesidad y ¡Una mente ocupada no
extraña! Cuando te ocupas dejas de andar llorando por tonterías, le das la cara
a tus errores y los conviertes en lecciones. El estar ocupado te despreocupa de
si te aceptan, si te hablan, o te ignoran. Te da igual si pasas desapercibido
¡Vives más tranquilo! El día que alguien te conozca basado en lo que eras hace un
año atrás, esa persona dejó de conocerte porque tu evolución es constante. Entonces
preséntate de nuevo ¡Mucho gusto!