Tales de Mileto dijo en una ocasión: “La cosa más difícil es
conocernos a nosotros mismos; la más fácil es hablar mal de los demás”. Muchas
personas emplean toda su vida ocupándose de los demás; una mitad para amarlos y
la otra mitad para criticar la conducta de ellos. Difícilmente piden una
disculpa, necesitan siempre destacar lo negativo de aquellos que tienen más
cerca, sean familiares o no. Haciendo esto ignoran sus propios defectos,
limitaciones y miserias humanas, que no son pocas. “Aquellos cuya conducta se
presta más al escarnio, dijo Moliere, son siempre los primeros en hablar de los
demás”. Una lengua viperina utiliza la práctica común de hablar mal de otros,
incluso aunque no se tengan argumentos. Sus juicios y comentarios son generados
por sus propios rencores infundados. Hablar mal de los demás no es más que una
excusa para hablar bien de nosotros mismos ¡Una forma deshonesta de
autoalabanza! Una lengua viperina olvida que el daño que le hace a los demás,
hace más en ella misma, que en la persona que pretende lastimar. La venganza,
el rencor, hablar mal de alguien queda en la memoria de la lengua viperina y
eso le hará vivir en la oscuridad y en la amargura. ¡Constantemente tropieza
más seguido con la lengua que con los pies! Se me olvidaba: “Esa persona que
viene y te habla mal de los demás, es aquella que después va con los demás a
hablar mal de ti”. Después no digas que no te lo advertí…