lunes, 2 de octubre de 2017


Había una vez un hombre con cuatro hijos. El deseaba que sus hijos aprendieran a no juzgar las cosas tan rápido. Así que los envió a cada uno a una Gran Aventura; su objetivo... ir en búsqueda de un árbol, el cual se encontraba muy lejos. El primer hijo se fue en invierno, el segundo se fue en primavera, el tercero en verano, y el más joven en otoño. Cuando ellos regresaron, los mandó a llamar y les preguntó qué habían observado. El primer hijo comentó que el árbol era horrible, doblado y torcido. El segundo hijo comentó que el árbol estaba cubierto de un hermoso follaje y flores. El tercer hijo estuvo en desacuerdo. El comentó que el árbol estaba lleno de brotes florales, que desprendían un aroma dulce, fresco y hermoso. El árbol era la cosa más hermosa que jamás había visto. El último hijo se encontraba en total desacuerdo con los anteriores. Comentó que el árbol estaba cargado de frutos, tan lleno de vida y esplendor... Entonces, el hombre explicó a los cuatro que todos tenían la razón. Porque cada uno de ellos había observado solamente una temporada en la vida de aquel árbol. Él les explicó que no puedes juzgar a nadie, solamente por una temporada de su vida. La esencia de las cosas y de quiénes somos, así como los placeres, alegrías y el amor proveniente de la vida, solo puede ser medida al final, cuando todas las etapas de su vida se han reunido. Si te das por vencido cuando es invierno, perderás las oportunidades de la primavera, la belleza del verano y las promesas del otoño. No dejes que el dolor de una temporada destruya el gozo de las demás. Y no juzgues la vida por una época difícil... Mantente firme en las dificultades, y mejores tiempos vendrán con plena seguridad...