Cuando tu amas a una persona, amas la persona que es, y no la que
te gustaría que fuera. ¿Guerra o paz? ¡Tú decides! Cuando tienes paz interior
pierdes interés en juzgar e interpretar sus acciones. Pierdes interés en las
preocupaciones y en los conflictos. ¿Quieres ser feliz? Buda decía que: “No
puedes depender de otra persona para ser feliz, pues ninguna relación te dará
la paz que tu no hayas creado en tu interior”. Nadie es dueño de tu felicidad,
por eso no dejes tu alegría, tu paz, tu vida en manos de nadie. Solo la práctica de la compasión y el amor,
la comprensión y el respeto por el otro, crea la paz interior. Cuando te
aferras al orgullo y al odio es igual como tomar veneno y esperar que el otro
se muera. Deja de tomar decisiones apresuradas y haz todo en silencio con un
espíritu en calma. No pierdas tu paz interior por nada, aunque tu mundo esté
revuelto. Si todo lo tomas personal, vivirás ofendido la mayor parte de tu
vida. Recuerda que lo que la mayoría de las personas hacen y dicen es una
reflexión de ellos mismos ¡No tiene nada que ver contigo! En la calle andan
personas aburridas, infelices y de mal humor… No permitas que nadie te quite tu
paz ni tu felicidad. Bríndales una sonrisa a todos y trátalos mejor de lo que
ellos te tratan a ti. Cada instante que pases disgustado, desesperado,
angustiado furioso o dolido, a causa del comportamiento de otra persona, será
siempre un instante en el que renuncias al control sobre tu vida. No siempre
puedes estar alegre ¡Pero siempre puedes estar en paz!