lunes, 27 de agosto de 2018

Cuando yo me vaya


Cuando yo me vaya, no quiero que llores, quédate en silencio, sin decir palabras, y vive recuerdos, reconforta el alma. Cuando yo me duerma, no me lleves flores a una tumba amarga, grita con la fuerza de toda tu entraña que el mundo está vivo y sigue su marcha. No te acerques a mi tumba sollozando. No estoy allí, no duermo ahí. Soy como mil vientos soplando. Soy como un diamante en la nieve, brillando. Soy la luz del sol sobre el grano dorado. Soy la lluvia gentil del otoño esperado. Cuando despiertes en la tranquila mañana, soy la bandada de pájaros que trina. Soy también las estrellas que titilan, mientras cae la noche en tu ventana. Por eso, no te acerques a mi tumba sollozando. No estoy allí ¡Yo no morí! Cuando yo me vaya, extiende tu mano, y estarás conmigo sellada en contacto, y aunque no me veas, y aunque no me palpes, sabrás que por siempre estaré a tu lado. Si sientes mi ausencia, no pronuncies nada, búscame en mis libros, búscame en mis cartas, y entre los papeles que he escrito apurado. El amor siempre vence a eso que llamamos muerte. Por eso no llores por tu ser querido, porque sigue siendo querido y permanece a tu lado. Aunque ya no esté en cuerpo, su espíritu está contigo. Lo sientes en tu corazón, vive en ti y a si será eternamente. No olvides que solo se fue una parte de ti la que podías tocar. Cierra tus ojos, acaricia su alma y recuerda como era…