No guardes rencor a las personas que no cumplieron con tus
expectativas. No te entristezcas con la actitud de algunas personas; no pierdas
tu serenidad. La rabia hace mal a la salud, y el rencor daña el hígado. Reconoce
que tú eres quien esperó de otros más de lo que ellos podían dar. No es posible
remontar el vuelo si estamos anclados al suelo presos del rencor. ¿Sabías que
guardar rencor es como dejar a un enemigo vivir dentro de tu cabeza? El rencor
pilota tu alma cuando se impone ante el perdón. Para alcanzar la felicidad,
tenemos que derrotar la tentación de la venganza, la rabia, el orgullo, la ira
y el disgusto. Jesús dijo: “Cuando estén orando, primero perdonen a todo aquel
contra quien guarden rencor, para que su padre que está en el cielo también les
perdones a ustedes sus pecados. Es más infeliz el que odia que el odiado. Y ¿De
veras quieres que el rencor tenga ese
poder sobre ti y tus sentimientos? Guardar rencor es ese tipo de cosas
innecesarias que no se deben guardar en el corazón. Los boomerangs del odio,
del rencor y de la crítica se revuelven contra nosotros mismos y nos llenan de
enfermedad y dolor. El rencor no te queda bien, así que déjalo para otros y vístete
de elegante indiferencia. Quiérete, cuida tu salud y entrega todo tu amor.
Olvida rápido lo que te haga daño y perdona. ¡Mereces una vida llena de alegrías!