¿Callas para no molestar? ¿Aguantas para no estar solo? ¿Sonríes
para no parecer distante? ¿Mientes para no ser descubierto? ¡Y el premio no
llega! Entonces te sientes molesto, solo, distante y descubres que algo está
fallando. Ahora, está bien ser tolerantes, generosos y buenos con los demás,
pero también está bien saber poner límites para que la gente no se aproveche de
nuestra bondad. Atreverse a establecer límites se trata de tener el valor de
amarnos a nosotros mismos, incluso cuando corremos el riesgo de decepcionar a
otros. Si estamos muy pendientes de no herir a nadie, en ninguna circunstancia,
acabaremos lastimándonos a nosotros mismos y a los demás. Poner límites
significa muchas veces tener conflictos. Si esto implica sacar a alguna persona
de tu vida, no significa que la odies ¡Significa que te respetas! Se valiente,
paciente y amable para decirle a los demás lo que piensas, para ser fiel con lo
que piensas y sientes. Establece tus límites sin gritos ni amenazas pero con la
claridad e indicación de donde se encuentran. No se trata de cuanto te amen los
demás, sino de cómo lo hagan. Poner límites no solo es saludable, en muchos
casos es vital para sobrevivir.