Salomón decía: “El que anda en integridad anda confiado, más el
que pervierte sus caminos será descubierto. El que nada debe, nada teme; el que
mal anda, mal acaba. Anda seguro el hombre honesto, pero el estafador es
descubierto. El que vive honradamente lleva una vida tranquila. El que es
sinvergüenza un día será descubierto”. ¡Quien nada esconde nada teme! Es increíble
la tranquilidad de no tener nada que ocultar ¡No tiene precio! ¿Sabías que la
confianza es como un borrador? ¡Se hace más pequeño con cada error! Dicho de
otro modo: “El que nada teme, nada borra, quien hace lo que debe, a nadie teme”.
Es valiente el que teme lo que debe temerse, y no teme lo que no debe temerse. “El
hombre que no teme a las verdades, decía Tomas Jefferson, nada debe temer a las
mentiras”. Decir una mentira es asumir una tarea porque acarrea la obligación de
inventar veinte más para sostener la certeza de la primera. No hay almohada más
cómoda que una conciencia tranquila ¡Quien sabe lo que siembra no le teme a lo
que cosecha! El miedo es ese pequeño cuarto obscuro donde los negativos son
revelados ¡No lo olvides!