La vida es una balanza. Cuando sucede algo malo, inevitablemente
ha de pasar algo bueno. Es la forma que tiene el mundo de equilibrarse. Cuando
la balanza de la vida te deja pérdidas, no olvides que la ganancia es una lección
de vida que de seguro no olvidarás. La virtud de cada ser humano es saber
mantener el equilibrio ante sus victorias y no caerse ante sus derrotas. En la
vida siempre hay motivos para festejar y para estar mal, pero vos decidís cual
pesa más en la balanza. Coloca tus odios en un platillo de la balanza y en el
otro, tus amores. Solo así llegaras a la conclusión de que si las cicatrices
enseñan; las caricias, también. Para conservar el equilibrio, debemos mantener
unido lo interior y lo exterior, lo visible y lo invisible, lo conocido y lo
desconocido, lo temporal y lo eterno, lo antiguo y lo nuevo. Solo poniendo las
cosas en la balanza podemos tomar partido sobre las personas a las que podríamos
brindarles una ayuda genuina. Pues indudablemente hay quienes merecen nuestro
leal apoyo y quienes tienen que ser ignorados por sus inapropiadas conductas. Anselm
Feuerbach decía que: “El hombre mediocre siempre pesa bien, pero su balanza es
falsa”.