Que no te extrañe ver países donde a los pobres se les maltrata y
no se les hace justicia. Esto sucede cuando a un funcionario importante lo
protege otro más importante, y cuando otros aún más importantes protegen a
estos dos. Sin embargo, te dirán: “Esto lo hacemos por el bien del país.
Nosotros los gobernantes estamos para servir al pueblo”. Una ciudad está mejor
protegida con la sabiduría de un hombre sabio que con la fuerza de diez
gobernantes. Sin embargo, no hay en este mundo nadie tan bueno que siempre haga
el bien y nunca peque. La mejor sopa se echa a perder si le cae una mosca. La
menor tontería echa a perder tu fama de sabio ¡Si haces hoyos, puedes caerte en
ellos! En esta vida he visto algo muy grave, parecido al error que cometen los
gobernantes: que a la gente incapaz se le dan puestos de gran responsabilidad,
mientras que a la gente capaz se le dan los puestos más bajos. ¡Y resulta que
los esclavos andan a caballo, mientras que la gente que vale anda a pie! ¡Qué
lástima da el país que tiene un rey incapaz y malos gobernantes que siempre
están de fiesta! ¡Pero qué dichoso es el país que tiene un rey bien preparado, con
gobernantes que comen para vivir y no viven para comer! Para los grandes
errores, un gran remedio: la paciencia. (Salomón).