Mi vida solo tiene sentido si puedo ayudar a los demás. Si mi vida
es para mí y mi confort, entonces no la quiero. Mi vida es para la gente ¡Esa
es mi filosofía! ¿Sabías que un buen ejercicio para el corazón es agacharse
para ayudar a otros a levantarse? Lo que haces por ti se queda contigo pero lo
que haces por los otros es inmutable y permanece en la memoria del universo. A
medida que creces, descubres que tienes dos manos: Una para ayudarte a ti mismo
y otra para ayudar a los demás. Es verdad que no podemos ayudar a todos, pero
todos podemos ayudar a alguien. Aprende a ayudar a los demás y ¡Descubre la alegría
de serle útil a tu prójimo! Ahora, ¿A quiénes debemos ayudar? ¿Solo a los
necesitados? Debemos aprender a ayudar a los que se lo merecen, no solo a los
que lo necesitan. La vida responde al merecimiento, no a la necesidad. ¿Quieres
obtener lo que quieres? La única manera es ayudar a otros a obtener lo que
ellos quieren. Ayudar a los demás, es algo que te dará a cambio una plenitud
que no se asemeja a nada que hayas alcanzado antes. Y en cuanto al dar, no
olvides que, la verdadera generosidad es dar cuando no te sobra. Teresa de
Calcuta decía que: “Al final de la vida no seremos juzgados por cuantos
diplomas hemos recibido o cuánto dinero hemos conseguido… Seremos juzgados por:
“Tuve hambre y me diste de comer, estaba desnudo y me vestiste. No tenía casa y
me acogiste”.