De la agonía de los muertos, los vivos aprendemos a luchar. Pero
solo en la agonía de despedirnos somos capaces de comprender la profundidad de
nuestro amor. Triste agonía producida por una enfermedad llamada alegría,
derivada de un sentimiento al que todos nombran amor. Amor que su final siempre
será un dolor y una triste percepción de la vida. Vida que terminará en ruinas
ajenas que habitan en un corazón sangrante y sollozante por una ilusión perdida
en el abismo de la incertidumbre de lo que un día fue y jamás volverá a ser. Te
invade un dolor terrible que te destroza el alma, una agonía que ya no puedes
soportar. La felicidad te abandona y solo queda la tristeza… antesala de lo único
que te espera: Sufrimiento y dolor. Si tan solo supiera cuanto necesito tenerle
a mi lado para no caer en la locura, para no caer en el enfado. Para no caer en
la tristeza, para no caer en el desamparo. Para no caer en la nada, para no
caer… La peor forma de extrañar a alguien es estar sentado a su lado y saber
que nunca más podrás tenerla otra vez. Nadie nos advirtió que extrañar, es el
costo que tienen los buenos momentos. Otra vez te invade ese sentimiento de agonía,
de querer morir, de querer desaparecer sin ver el amanecer. Derramas lagrimas
que te causan dolor, que te hacen recordar todo su amor. Pronto le perderás y
jamás volverá a ti. Pero antes de que se vaya… dile que jamás dejarás de
quererle, que siempre estará dentro de ti y que la pena de perderle apenas la
soportas…