Si las cosas van mal… ¡No vayas con ellas! No puedes quedarte
preso de las circunstancias ni dejar que te envuelvan en su camino. Hay cosas
que debes darlas por perdidas, aunque sepas donde encontrarlas. En vez de
molestarte con un pozo seco que no te da agua, deberías preguntarte porque
insistes en sacar agua en donde ya ha quedado claro que no puedes encontrarla.
No insistas en ir donde no te inviten ni te metas en lo que no te importa. Hay que
saber dónde ir, donde permanecer, donde retirarte, donde visitar y donde nunca
regresar. Recuerda que inteligente es aquel que sabe dónde quiere ir, pero más
inteligente aun, el que sabe dónde ya no tiene que regresar. A veces es mejor
retirarse y dejar un bonito recuerdo, que insistir y convertirse en una
verdadera molestia. Si las cosas no van como deseas, no tienes que irte con
ellas, llévalas adonde tú quieres que vayan. Controla tus emociones como lo
haces con tus ojos. No puedes controlar todo lo que vez. Muchísimos estímulos
visuales te bombardean cada instante. Tomas nota y apartas la mirada para
focalizarla en lo que verdaderamente te interesa y le restas impacto al resto.
Haz lo mismo con tus emociones, para que influyan menos en tu visión del
problema. La puerta de la felicidad se abre hacia dentro. Hay que retirarse un
poco para abrirla ¡Si uno la empuja, la cierra cada vez más!