jueves, 17 de enero de 2019

Viento


Me gusta el viento. ¡No sé por qué! Pero cuando camino contra el viento parece que me borra cosas y me sopla al oído la frase ideal. Sentir el viento en la cara sentado en la hierba es sentir que estamos vivos. Dejarse llevar por una bocanada de fría brisa te hace sentir libre y no te importa nada. No piensas en nada ni en nadie. Del viento aprendes que no hay árbol que no haya sido sacudido por El. Que no hay regreso y que solo debes arrastrar lo liviano y dejar lo que pesa. El viento sopla de donde quiere y oyes su sonido, mas no sabes de donde viene, ni a donde va. Y sin importar hacia donde vaya no se frena, recorre el mundo entero, no le pertenece a nadie, no le pertenece a lugar alguno… Me encanta la analogía del amor que expresa que al igual que el viento que sopla entre los árboles, no se ve, pero se siente y su forma de expresarse es más dulce que la miel. Sin embargo, para el amor la distancia es como para el fuego el viento. Apaga las llamas pequeñas, pero alimenta los grandes incendios. También la pasión se asemeja al viento, el cual es necesario para dar movimiento a todo, aunque a menudo sean causa de huracanes. Siente el viento, corre por lo que amas, deja lo rígido, despeinarse es vivir y a eso vinimos ¡Melenas al viento y a vivir el momento!