El bien se hace, pero no se dice porque la caridad debe ser anónima;
de lo contrario es vanidad. Las medallas del generoso se cuelgan en el alma y
no en la chaqueta. Una persona buena no anda gritando a los cuatro vientos que
es buena. ¡Simplemente lo es y ya! Cuando se trata de dar a otros no debes dar
a conocer tu generosidad, como tocando con trompeta, como lo hacen los hipócritas
para ser alabados por los demás. No dejes que tu mano izquierda sepa cuan
generosa es tu mano derecha. Al dar en secreto, disfrutas de la verdadera
recompensa de dar. ¿Sabías que lo bueno que haces en la vida, tiene ECO en la
eternidad? El único acto de solidaridad verdadero es el que se hace desde el
anonimato. ¡Todo lo demás se llama auto publicidad! Da y comparte sin esperar
algo a cambio y tampoco eches en cara lo que haces por los demás pues Dios es
mucho más grande, y no te saca en cara lo que hace por ti. Tampoco te canses de
hacer el bien, porque aquel que da sin esperar nada a cambio, todo lo que
siembra un día lo cosechará en abundancia. Una persona que hace mucho bien y no
habla de ello, está en el camino de la perfección. El “Yo amo, tu amas, el ama,
nosotros amamos, vosotros amáis, ellos aman. Ojalá no fuese una conjugación sino
una realidad”.