No te acostumbres a nadie. La gente va y viene; no te encariñes,
no ates, no prometas, no te quedes. ¡Hazte un favor y aprende a estar sola! No
es la vida la que separa a la gente, es la maldad, la hipocresía, la traición,
el egoísmo y la falta de respeto. Las circunstancias cambian y las personas también.
No podemos esperar en el mismo sitio y tenemos que aceptar los cambios para
seguir creciendo. Es doloroso, pero tenemos que aprender a aceptar que algunas
cosas jamás volverán a ser como antes. Debes llegar a la conclusión de que no ganas
nada con reclamos, porque quien quiere estar, está; y quien se quiere quedar se
queda. Tampoco le insistas a nadie. Ni a un amigo que te ayude, ni a un amor
que se quede, ni a tu padre que te quiera. Si no sale de uno, entonces ¿Para qué?
No le exijas a nadie que te dedique tiempo ni que te responda rápido. No
obligues a nadie a cambiar lo que no quiere cambiar. Recuerda que las acciones
tienen más valor cuando se hacen por iniciativa propia y no porque lo tienes
que pedir. Debes entender que no puedes exigir el amor de nadie, solo puedes
dar buenas razones para ser querido. Deja que suceda, porque si tiene que
pasar, pasará sin amenazas, sin aviso, sin ruegos, sin esperas, sin prisas, sin
persecuciones. Y si no pasa… cierra el libro, apaga la luz, baja el telón y
punto final. No cometas el terrible error de buscar tu felicidad en otra
persona. ¡Aprende a estar sola!