No puedo querer a otra, aunque a la única que quiero que me quiera
no me quiere como yo quiero que me quiera. La quiero sin querer y estoy sin
querer queriéndola. Quiero y no quiero querer a quien no queriéndola quiero. Por
mucho que la quiero, la estoy queriendo más de lo que me quiero. Si su gusto
gustara del gusto que gusta mi gusto, mi gusto gustaría del gusto que gusta su
gusto. Pero como su gusto no gusta del gusto que gusta mi gusto, mi gusto no
gusta del gusto que gusta su gusto. Quiero y no quiero decir, y sin decir
diciendo… la quiero y no quiero quererla, y sin querer la estoy queriendo. La
quiero porque la quiero, que en mi querer nadie manda, la quiero porque la
quiero y porque me sale del alma. Quiero mucho a la que quiero que me quiera,
porque si no quiero a la que quiero que me quiera, ¿Cómo puedo querer que me
quiera? Si el verla fuera la muerte y el no verla fuera la vida, prefiero la
muerte y verla, que no verla y tener vida. Ahora, si el amarla fuera verla y el
verla perderla, prefiero amarla sin verla que verla para perderla. Yo no quiero
que me quiera porque yo la quiero. Queriéndome o sin quererme, yo la quiero por
que sí. Porque el amor no es lo que quiero sino lo que siento sin querer. Si
quiero que me quiera, voy a quererla mucho y nunca la dejaré de querer que en
querer está la razón de todo nuestro ser. El último día de mi vida se abrazará
mi amor y la muerte. ¿Se morirá el amor o se enamorará la muerte? Tal vez la
muerte muera enamorada y mi amor la ame hasta la muerte…