Noemí y su nuera Rut son ejemplos hermosos de lealtad, amistad y
entrega a Dios y al uno por el otro. La hambruna debió haber sido bastante
severa en Israel (Rut 1) para que Emelec, esposo de Noemí, decidiera ir a Moab
con su familia. Noemí primero quedó viuda y más tarde perdió sus dos hijos y
quedó sola con dos nueras, Orfa y Rut. El hambre cesó en Judá, por lo que Noemí
decidió regresar, y comenzó su viaje acompañada de Orfa y Rut. Aunque la
pérdida de Noemí era tres veces más grande que la de ellas, se preocupó por el
futuro de ellas y las despidió. Noemí había calculado el costo de su sacrificio
y estaba preparada para enfrentar la soledad que la esperaba. Orfa regresó a su
pueblo y a sus dioses, en cambio Rut esgrime palabras de amor y lealtad muy
conmovedoras y dignas de ser escritas al (1) decidir separarse de su vida
antigua: “No me ruegues que te deje”. Al (2) decidir elegir un rumbo: “A
dondequiera que tú fueres, iré yo”. Al (3) decidir renunciar a sus metas
anteriores: “Dondequiera que vivieres, viviré”. Al (4) renunciar a sus amistades
anteriores: “Tu pueblo será mi pueblo”. Al (5) renunciar a sus dioses falsos:
“Tu Dios mi Dios”. Al (6) renunciar a toda indecisión: “Donde tú murieres,
moriré yo”. En aquel momento era desconocido para Noemí la abundancia de
bendiciones que recibiría más adelante y por medio de Rut según el capítulo 4:
14 y 15: “Las mujeres le decían a Noemí: «¡Alabado sea el Señor, que no te ha
dejado hoy sin un redentor! ¡Que llegue a tener renombre en Israel! Este niño
renovará tu vida y te sustentará en la vejez, porque lo ha dado a luz tu nuera,
que te ama y es para ti mejor que siete hijos.»