Un hombre codicioso y un hombre envidioso se encontraron con un
rey. El rey les dijo: “Uno de ustedes puede pedirme algo y se lo daré, siempre
y cuando yo le dé el doble al otro”. El envidioso no quería ser el primero en
pedir, porque su compañero recibiría el doble, y el codicioso no quería ser el
primero, porque quería obtener lo máximo posible. Al fin, el codicioso insistió
en que fuera el envidioso el primero en formular el pedido. Entonces el
envidioso le pidió al rey que le arrancara un ojo. (Solomon Schimmel)