El león se sentía lleno de vida, fuerte e invencible. Con este
sentimiento de grandeza, se encontró de pronto con una víbora a la que le
pregunto: "Dime ¿quién es el rey de la selva? – “Tu, por supuesto” le
respondió la víbora. A un cocodrilo que estaba cerca el león le preguntó: - “dime
¿quién es el rey de la selva?” “Sabes que tú eres el rey de la selva” le dijo
el cocodrilo. A cuanto animal se encontraba, el león preguntaba y todos le
respondían que el rey de la selva era él. De pronto, le salió al paso un
elefante. “Dime elefante -le preguntó el león ensoberbecido- ¿sabes quién es el
rey de la selva?” Por respuesta, el elefante enroscó al león con su trompa
levantándolo y tirándolo al aire y volviéndolo a recoger hasta que lo arrojó al
suelo dejándolo todo adolorido. “Muy bien, basta ya, lo entiendo -atinó a balbucear
el magullado león- pero no hay necesidad de que te enfurezcas tanto, porque no
sepas la respuesta!