Nunca sabrás lo que pueden estar tramando tus enemigos o que
métodos emplearan para hacerte desfallecer. Muchos andan por la vida arruinando
las vidas de los otros y después siguen como si nada, olvidando que la vida es
un círculo. ¡Todo vuelve, y pega donde más duele! Nada hay tan veloz como la
calumnia; ninguna cosa más fácil de lanzar, más fácil de aceptar, ni más rápida
en extenderse. El calumniador mata a tres personas al mismo tiempo: A él mismo,
al que escucha, y a la persona de la que habla. Razón tenía Plauto cuando dijo
que: “Los que propagan la calumnia y los que la escuchan, todos ellos deberían
ser colgados: los propagadores, por la lengua, y los oyentes por las orejas”.
Es increíble, que a través de los rumores, te enteras de cosas que ni tú mismo
sabias que habías hecho. Nietzsche decía
que: “Las calumnias son enfermedades de los demás que se declaran en nuestro
cuerpo. “Cuando el debate está perdido, dijo Sócrates, la calumnia es el arma
del perdedor”. ¿Sabes cuál es la mejor respuesta a la calumnia? Perseverar en
el cumplimiento de tu deber y guardar silencio. Por muchas piedras que tiren a
un árbol, el árbol seguirá dando frutos, año tras año. ¡Para verdades el
tiempo! Rubén Darío dijo: “Puede una gota de lodo sobre un diamante caer; puede
también de este modo su fulgor obscurecer; pero aunque el diamante todo se
encuentre de fango lleno, el valor que lo hace bueno no perderá ni un instante,
y ha de ser siempre diamante por más que lo manche el cieno”.