Tocar el alma de una persona es una virtud para pocos. Requiere:
ternura, sensibilidad y una delicadeza extrema. Más que hablar es oír, más que oír
es escuchar, más que escuchar es entender. Solo puede tocar un alma humana
quien tiene alma humana porque no se trata de teorías o dominio de técnicas.
Julio Cortázar decía que: “Las palabras nunca alcanzan cuando lo que hay que
decir desborda el alma”. ¡Nunca podrás sentir la música de un cuerpo si no
sabes tocar su alma! Tocar el alma no es llegar a una vida tocando la puerta o
entrando por la ventana. Es llegar derrumbando la casa, tumbando paredes,
arrancando el piso… Existen personas que nos inspiran… otras que nos hacen
bien… pero existen aquellas que, simplemente sin pedir permiso… tocan nuestra
alma, aquellos que con su cariño tocan con respeto el alma del otro. Solo desde
el corazón puedes tocar el cielo. Cuando haces las cosas desde tu alma, sientes
un rio moviéndose dentro de ti ¡Una alegría! Cuando la acción viene de otro
lugar, el sentimiento desaparece. Por eso quédate con quien te bese el alma… la
piel te la besa cualquiera. No ames las formas, los cuerpos, ni las
apariencias… esas son cosas que se deterioran con el tiempo… procura enamorarte
de una alma ¡Porque a ella el tiempo no la puede tocar!