¿Sabías que en la Edad Media se acostumbraba a que la dama siempre
estuviera del lado izquierdo del caballero para que en caso de un duelo
imprevisto, el hombre rápidamente blandiera su espada con la mano derecha? De
surgir una amenaza, era parte del honor del hombre defender a la mujer. ¡Esta
norma debe seguir siendo válida hoy en día! Y aplicable para proteger a una
dama de aquellos que llamándose “hombres” le denigran con todo tipo de
maledicencias. Porque ¡Un verdadero hombre jamás habla mal de una mujer! (Esa
es labor de sus amigas). Porque un hombre que habla mal de una mujer, solo hace
notar lo poco hombre que es. Un verdadero hombre es aquel caballero que por más
que lo lastime una mujer, jamás se expresará mal de ella. Un caballero no paga
con la misma moneda ¡Da un billete y regala el cambio! Nunca habla mal de una
mujer un hombre, si es todo un hombre. No se merece tal nombre quien tal cosa
puede hacer. Quien en vez de defender con valor sus convicciones se pierde en difamaciones impropias de un
caballero, no es un hombre, es un grosero sin honra y sin pantalones. Es mejor
que el caballero dedique tiempo para mejorarse a sí mismo y que muestre su educación
de tratar como una “dama” a quien una vez fue su “mujer”. Recuerda que la
elegancia de un hombre está en la seriedad de su boca. “A la persona sabia y
madura, decía Salomón, se le conoce por
su inteligencia. Cuanto más agradables sus palabras, más convincente es la
persona”.