Muchos padres ignoran los sueños de sus hijos coartándoles su
libertad de pensamiento. No se dan cuenta del mal tan grande que desde niños le
han venido haciendo incluso hasta en su edad adulta. Teresa de Calcuta decía: “Enseñarás
a volar, pero no volarán tu vuelo. Enseñarás a soñar, pero no soñarán tu sueño.
Enseñarás a vivir, pero no vivirán tu vida”. Como padres no dirigimos
¡Aceptamos! No mandamos ¡Acompañamos! No proyectamos ¡Respetamos! Llega el
momento en la vida de nuestros hijos que ya necesitan otro amor, otro nido y
otras perspectivas. Ya les crecieron alas y ¡Quieren volar por su cuenta! No te
equivoques, un hijo no está para cumplir tus sueños, o ser lo que no pudiste
ser. Nació para ser El. Déjalo volar y soñar para que llegue a ser feliz siendo
quien es El mismo. Dale a tus hijos alas para volar, la vida se encargara de
enseñarles siempre el camino de vuelta. “Solamente dos legados duraderos
podemos aspirar a dejar a nuestros hijos, decía Holding Carter, uno: raíces, el
otro: alas. Tus hijos tienen el mismo derecho que tuviste tú: Aprender y
equivocarse. Los hijos se van… hay que aceptarlos con esa condición, hay que
criarlos con esa idea, hay que asumir esa realidad. Concuerdo con Khalil Gibran
cuando dijo que: “Tus hijos no son tus hijos. Son los hijos e hijas de la vida
deseosa de sí misma. Tu tesoro valioso, tus hijos, a diferencia de los tesoros
que se guardan, se preparan para que ellos mismos vean su valor y se cuiden en
el presente y en el futuro.