Atrévete a perderme, pero antes convéncete que no fue conmigo con
quien deseaste amanecer cada mañana, que no fue conmigo con quien quisiste
desafiar el destino, convéncete de que no fueron mis labios los culpables de
que tus ojos se cerraran, convéncete que no fue mi alma la causante de que la
tuya suspirara, convéncete de que no existió día en el cual me recordaras que
era el amor de tu vida. Atrévete a perderme, pero antes convéncete de que
nunca, pero nunca me amaste. Muchas palabras que nunca pronunciaste, fueron las
que siempre necesité escuchar. ¡Déjame ir! No me queda nada. ¿Qué quieres de mí?
¿Qué te da el derecho de hacerme sufrir? Guarda tus palabras y déjame ir… ¿Quién
te dijo que una mentira puede hacerte feliz? Si alguna vez me quisiste, solo déjame
ir… Lo que no dejas ir, lo cargas. Lo que cargas, te pesa. Y lo que te pesa, te
hunde. Déjame ir, suéltame ya, esto se hunde y es momento de saltar. Déjame ir,
da un paso atrás que sabes inventar mil formas nuevas de mentir y de lastimar. ¡Déjame
ir! Y no lo hagas más difícil para ambos y corre lejos antes de que lo sepa mi corazón.
La gente cree que estar solo te hace un solitario, pero no creo que eso sea
cierto. Estar rodeado de la gente equivocada es lo más solitario que hay en el
mundo. Solo… ¡Déjame ir!