Lawrence Hanraty se electrocutó en 1984 y estuvo en coma durante
semanas. Contrató a cuatro abogados para que trataran de conseguirle una
indemnización monetaria por su incapacidad. Un abogado fue expulsado del Colegio
de Abogados, dos murieron y otro se fugó con la esposa de Lawrence. Poco tiempo
después perdió su carro en un choque. Cuando la policía abandonó la escena del
accidente, fue asaltado y robado. La compañía de seguros ya no quiere pagarle y
el dueño del apartamento que alquila lo quiere echar a la calle. Lawrence de 38
años es depresivo, usa un tanque de oxígeno y toma 42 pastillas diarias para
sus problemas de corazón y del hígado. Con ayuda de vecinos, aún no se da por
vencido “Siempre hay esperanza”, dice…”