Deuteronomio 5: 16 dice “Honra a tu padre y a tu madre para que
disfrutes de una larga vida y te vaya bien en la tierra que te da Dios”. Este
mandamiento es para toda la vida ¡Aun después de cumplir 18 años! Recuerda que
los padres no son eternos. Llámalos, visítalos, llévales a sus nietos, invítalos
a cenar. Abrázalos, ríe con ellos y si es necesario déjalos hablar y escúchalos
con cariño y paciencia. ¡Mañana puede ser tarde! Nunca conocerás todo su valor
hasta que todo lo que te quede de ellos
sea su silla vacía. A veces estamos tan ocupados creciendo que olvidamos
que ellos están envejeciendo. Dice el apóstol San Pablo en Efesios 6: 2 “Honra
a tu padre y a tu madre, que es el primer mandamiento con promesa”. Honrar a
nuestros padres no se refiere solamente a llevar a tus padres en el corazón, o
al lenguaje respetuoso, gestos adecuados que se usan hacia ellos, así como la
alegre obediencia que se rendirá; sino también se refiere a honrarlos con su
substancia, alimentándolos, vistiéndolos y supliéndolos con lo necesario para
la vida, estén o no en necesidad. Cuando ya somos adultos, honrar a nuestros
padres implicará despedirnos de ellos,
con profundo respeto y agradecimiento por la vida recibida a través de ellos.
Miraremos hacia adelante apostando a nuestros sueños y viviendo con plenitud.
Pues honrar a nuestros padres es honrar la Vida.