Decía Martin Lutero que: “En la tierra nada se presta tanto para
alegrar al melancólico, para entristecer al alegre, para infundir coraje a los
que desesperan, para enorgullecer al humilde y debilitar la envidia y el odio,
como la música”. Con música: bailas, lloras, ríes, recuerdas, besas, amas…
Cuando las palabras fallan, la música habla! “Si hay música en tu alma, decía
Lao Tse, se escuchará en todo el universo”. Sea cual sea el problema, la música
siempre ayudará y curará cosas que la medicina no puede, así que al mal tiempo
¡Buena música! No abandones la música, porque siempre que te ocurra algo es el
único mundo al que puedes escapar. La música te lleva a ese mundo mágico en
donde eres libre de ser y sentir. El que escucha música siente que su soledad,
de repente, se puebla porque la música llena el infinito entre dos almas. La
música es ese lugar en el que todos coincidimos alguna vez y expresa lo que no
se puede poner en palabras y no puede permanecer en silencio. La música puede
dar nombre a lo innombrable y comunicar lo desconocido. La música es sinónimo
de libertad de tocar lo que quieras y como quieras, siempre que sea bueno y
tenga pasión, lo importante es que la música suene más fuerte que los
problemas.