Se escribe celos y se pronuncia: “Miedo a perder lo más importante
que me ha pasado”, “no me caen bien tus amiguitas”, “Me gusta tanto que no me
gusta que le guste a otras personas” o “A mí no me molesta que mi novia tenga
amigos, ¡CELOS juro!”. Cuando los celos son injustificados se convierten en la
mayor ofensa que se puede hacer a quien te quiere. La persona celosa no sufre
por lo que ve, sino por lo que se imagina. “Los celos son posesión, dice Walter
Riso, no importa como quieras pintarlos. Es asfixiar al otro en nombre de un
amor enfermizo”. La razón de los celos no es desconfianza en el otro, al
contrario, es falta de confianza en sí mismo, falta de autoestima y auto-aceptación.
Las personas celosas no saben disimular. Se les nota en el hablar, en la mirada
y en las ganas de asesinar. Alguien dijo que lo que una persona celosa piensa,
ni el diablo se lo imagina. “Ligerezas como el aire, decía Shakespeare, son
para el celoso fuertes confirmaciones, como un testimonio de las Sagradas Escrituras”.
Los celos se relacionan con la envidia: Sientes envidia por lo que no tienes y
celos por lo que tienes. Algunos dicen que los celos ya pasaron de moda. Lo de
hoy es confiar en tu pareja, darle libertades, contratar un detective privado e
instalar cámaras de seguridad…