La vida no cuenta los pasos que has dado, sino las huellas que has
dejado. No se trata de tener el mundo a tus pies, sino de dejar una huella en
todo el mundo. Por tanto, no te preocupes por los pasos que das, sin por las
huellas que dejas, porque quien deja huella… esta no desaparece. Huellas en el
mar, en los caminos, en las vidas, huellas indelebles aun cuando ya no estemos.
Dicen que por muy corto que sea el camino, quien pisa fuerte, deja huella. Pero
no camines sobre las huellas de los demás o nunca tendrás las tuyas propias. Y
que no te digan que el cielo es el límite cuando hay huellas en la luna. Todas
las personas con quienes convivimos dejan una huella. Razón tiene un proverbio africano
cuando dice que: “Las huellas de las personas que caminaron juntas nunca se
borran”. ¿Sabías que las cosas no valen por el tiempo que duran, sino por las
huellas que dejan? Dejar huella y ser recordado por muchos quizás sea una de
las razones por las cuales vale la pena vivir. Si piensas dejar huella en la
vida de una persona, empieza en este instante. No pospongas. Quizá esa persona
necesita de ti, de tus palabras de tu aliento. Dicen que morimos dos veces. La
primera vez cuando dejas de respirar y la segunda, un poco más adelante, cuando
alguien pronuncia tu nombre por última vez…