Los indios de Dakota tienen un proverbio que dice que cuando
descubres que estás montando un caballo muerto ¡la mejor estrategia es
desmontar! ¿Por qué? Porque ese caballo ¡No se volverá a levantar jamás! Por más
que le ruegues, por más que le grites ¡No va a resucitar! Coincido con Cohelo,
cuando expresa que siempre es preciso saber cuándo se acaba una etapa de la
vida y que si insistimos en permanecer en ella más allá del tiempo necesario, perdemos
la alegría y el sentido del resto. Por tanto, hay que dejar ir aquellos momentos
de la vida que se van clausurando. Ayer te despidieron del trabajo y crees que
si hoy llegas tempranito con el almuerzo en la mano ¿Te van a abrir el portón?
No puedes ser un empleado de una empresa que ¡ya no existe para ti! O tal vez el
amor de tu vida te dijo que no te ama, que la relación acabo, y aun así
pretendes ¿que un ramo de rosas y unos chocolates le harán cambiar de parecer?
¡No puedes seguir vinculado con quien no quiere estar vinculado contigo! Lo
mejor que puedes hacer es retirarte y dejar un bonito recuerdo. Deja de insistir
porque te convertirás en una verdadera molestia. No se pierde lo que no
tuviste, no se mantiene lo que no es tuyo y no puedes aferrarte a algo que no
se quiere quedar. Si eres valiente para decir ‘adiós’, la vida te compensará
con un nuevo ‘hola’.