Hallé una flor, un día en el camino.
Que apareció marchita y deshojada,
Ya casi pálida, ahogada en un suspiro.
Me la llevé a mi jardín para cuidarla.
Aquella flor de pétalos dormidos,
A la que cuido hoy con toda el alma.
Recuperó el color que había perdido,
Porque encontró un cuidador que la regara.
Le fui poniendo un poquito de amor,
La fui abrigando en mi alma,
Y en el invierno le daba calor,
Para que no se dañara.
De aquella flor hoy el dueño soy yo,
Y he prometido cuidarla.
Para que nadie le robe el color,
Para que nunca se vaya.
De aquella flor surgieron tantas cosas,
Nació el amor que un día se había perdido,
Y con la luz del sol se fue la sombra,
Y con la sombra la distancia y el olvido.
Le fui brindado cariño un poquito de amor
Para que nunca se vaya
Y en el invierno llenó mi jardín de color (Mark Antony)