miércoles, 12 de abril de 2017

Vejez



Decía Ingmar Bergman que “Envejecer es como escalar una gran montaña: mientras se sube las fuerzas disminuyen, pero la mirada es más libre, la vista más amplia y serena”. Eso quiere decir que yo no estoy envejeciendo ¡Solo me estoy transformando en un clásico! Saber envejecer es la obra maestra de la cordura y una de las partes más difíciles del gran arte de vivir.  Un hombre no envejece cuando se le arruga la piel, sino cuando se le arrugan los sueños y las esperanzas. Michael de Montaigne decía que “La vejez pone más arrugas en el espíritu que en la cara”. “Cuando me dicen que soy demasiado viejo para hacer una cosa, decía Picasso, procuro hacerla enseguida”. ¡La vejez empieza cuando se pierde la curiosidad! “Procura instruirte mientras vivas; decía Solón, no creas que la vejez trae consigo la razón”. El secreto de la genialidad es el de conservar el espíritu del niño hasta la vejez, lo cual quiere decir nunca perder el entusiasmo. “Al educar a un niño, decía Joseph Joubert, se debe pensar en su vejez”. ¿Sabías que la vejez no es una enfermedad? Es la fuerza y la supervivencia, el triunfo sobre toda clase de vicisitudes y decepciones, pruebas y enfermedades. Si el paso de los años es inevitable ¡Envejecer es opcional! Hoy me desperté y cuando levante los brazos, moví las rodillas y giré el cuello. Todo me hizo… crac, crac, crac… Entonces llegue a una conclusión: “No estoy viejo, estoy crujiente”. No te lamentes por envejecer, es un privilegio negado a muchos…