Alguien dijo que los recuerdos son de agua… y a veces nos salen
por los ojos. Algunos surgen cuando vuelves a algún lugar en donde un día
fuiste feliz, pero esta vez solo te acompañan los recuerdos. Decía Ernesto Sabato
que: “Siempre es levemente siniestro volver a los lugares que han sido testigos
de un instante de perfección”. No hay melancolía sin memoria, ni memoria sin
melancolía. No sé qué pasa hoy, pero las aves en mí ni se dejan caer. Aves de
agua, cristalinas, saladas, espadas hirvientes, solas o acompañadas, emociones
conjuntas, separadas. No sé qué pasa hoy, pero las lágrimas no levantan el
vuelo de sus ramas… Hoy es uno de esos días en que necesito un “abrazo”, alguien
que me diga que todo está bien, una “mirada” de no te preocupes ¡Un “beso” de
nunca me iré! Hoy es uno de esos días en que miro atrás y no sé exactamente que
pasó. Solo sé que desde que pasó, nada volvió a ser lo mismo. Mis pies se han
cansado de recorrer obstáculos que lanzan veneno con sus grandes tentáculos. Mi
sonrisa se revela contra el torbellino que nace en mi interior, mi gran
enemigo. Las silenciosas lágrimas son sólo un complemento a la gran lucha que sé
que ganaré cuando llegue el momento. Sin embargo sonrío, porque nadie necesita
saber que no estoy bien… ¿Será cierto lo que dice Víctor Hugo? ¿Qué la
melancolía es el placer de estar triste?