Llámame anticuado pero aun creo en las miradas profundas. Aun creo
en los besos con dulzura, aun creo en las cartas que al leerlas enrojecen
mejillas. Todavía hay mujeres que extrañan el amor a la antigua… flores,
canciones, dulces, que le abran la puerta, que le escriban poemas… ¡Un brindis
por esos hombres que dedican canciones y son detallistas! Que te alzan mientras
te besan, que te miran a los ojos y se apenan, amor a la antigua, lindo.
Invitaciones a pisar hojas secas o caminar bajo la lluvia, patear piedritas.
Amor a la antigua en donde nos volvíamos chinos de risa, ebrios de nada y
caminábamos lentamente deseando que la calle nunca se acabara. Amores de viejas
canciones que traen recuerdos tan solo con escucharlas. Como me gustaría que el
mundo volviera a ser cursi. Que la humanidad recuperara el sentido romántico de
la vida y junto con El, la tradición de los noviazgos largos, las serenatas,
las cartitas perfumadas, los apretones de manos entre las rejas de los
balcones. Hoy en día las conversaciones se convirtieron en textos, los
argumentos en llamadas, la inseguridad se volvió en una forma de pensar y los
celos en hábito. De los medios de comunicación en este mundo tan codificado con
internet y otras navegaciones, yo sigo
prefiriendo el viejo beso artesanal que desde siempre comunica tanto. Un
periodista le preguntó a una pareja de ancianos: ¿Cómo se las arreglan para
estar juntos 65 años? Y ella contestó: “Nacimos en un tiempo en que si algo se rompía,
se arreglaba, no se tiraba a la basura”.
