Todas decimos: “No llores por ese idiota” y todas lloramos por un
idiota. Pensé entonces que, si tanto lo amo y tanto me amó, debía insistir, una
vez, cien, las veces que fueran necesarias; con los ojos abiertos, cerrados y
llorosos; de pie, sentada o hincada ¡Nada funcionó! Las conversaciones que
antes duraban horas, hoy no duran más de cinco minutos. Es triste ver como
alguien que alguna vez estuvo tan cerca de ti, puede llegar a ser un total
extraño. Notar como se te rompe el corazón, cuando sabes que las cosas no van a
cambiar, que los milagros no existen, y que la vida no da tantas vueltas como
dicen. Razón tenía Marilyn Monroe cuando dijo que: “Siempre resulta más
sencillo cambiar de hombre, que cambiar a un hombre”. Es muy triste aceptar que
la realidad no coincide con los sueños. Sin embargo prefiero que me hiera la
triste realidad a que me envenene la mentira piadosa. Aunque es difícil aceptar
la verdad cuando las mentiras son exactamente lo que queríamos escuchar. Me destruyó
de la manera más bella y finalmente entendí porque los huracanes tienen nombres
de personas. Mientras yo estoy intentando pasar la página, ¡Él está leyendo
otro libro! Por eso hay que hacer lo que dijo Neruda: “Enamorarse de la vida.
Es la única que no me dejará sin antes yo hacerlo”. Ahora, solo me queda ir por
la vida, revisando el teléfono cada cinco minutos. Viendo si hay amor, o si hay
wifi ¡Lo que aparezca primero!