Ser bueno solamente consigo mismo es ser “bueno para nada”. Decía
Carlos Domine que: “No se puede ser feliz mientras contemplas la infelicidad de
los demás… Solo los egoístas son insensibles al sufrimiento ajeno. No sufras
por ti, sufre por quienes sufren”. El egoísmo es como un torbellino que absorbe
toda la bondad principalmente cuando se aprovecha de la desgracia ajena para
beneficiarse. Somos tan egoístas que incluso cuando hacemos algo por los demás,
lo hacemos con la intención oculta de sentirnos bien con nosotros mismos. El egoísta
mide a los otros por sus gustos y disgustos, no por sus necesidades, sino por
sus preferencias. En la actualidad existe tango egoísmo, que ya nadie tiene
tiempo para nadie. David Fischman dice que: “Si solo persigues en la vida tu interés,
en algún momento, perderás interés en tu vida” Si trabajas solo en ti, por ti y
para ti… eres egoísta, envidioso y narcisista. Y si aspiras a reposar en una
tumba llena de honores y cuentas bancarias, ten por seguro que nadie derramará
una sola lágrima. Jacinto Benabente decía que: “El único egoísmo aceptable es
el de procurar que todos estén bien para estar uno mejor”. ¿Sabías que hay dos tipos de egoístas? Los que
lo admiten… y el resto de nosotros. “Al compartir sin egoísmo, decía Gustav Newman,
nada se pierde. Más bien al contrario, algo nuestro crece en el otro”.
